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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Simón Bolívar: La Educación y la Ética Bolivariana, principios fundamentales para la construcción del Socialismo Bolivariano.



...un hombre sin estudios es un ser incompleto. La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante, que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre. [1]

La Educación, expone, confiando con optimismo en la esencia del hombre y convencido de que un desenvolvimiento libre de las disposiciones naturales ha de conducir al objetivo justo[2]

En la obra del maestro, Simón Rodríguez,  aparecen ideas que retomaría su alumno en la lucha por la independencia de América, no sólo como el Libertador sino como educador y transformador social que lo convirtió en un hombre continental:

Los gobiernos deben ver en la primera escuela el fundamento del saber y la palanca del primer género con que han de levantar los pueblos el grado de civilización que pide el siglo. El interés general está clamando por una reforma de la instrucción pública; la América no debe imitar servilmente, sino ser original. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga. La guerra de independencia no ha tocado a su fin[3].

Precisamente, acerca de la instrucción y educación, Bolívar reafirmaría:
Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la educación. Constituyen  el principio más seguro de la felicidad general y la más sólida base de la libertad de los pueblos.[4]
Conocía las limitaciones y pobrezas del método tradicional de enseñanza y criticaba los maestros que no se distinguieran por su educación, pureza de costumbres y naturalidad de sus modales, para él un maestro debía ser alguien  en quien se encuentre mucho que imitar y poco que corregir”.
Criticaba los métodos reproductivos y memorísticos; en las instrucciones dadas para la Educación de su sobrino Fernando afirmaba:
La memoria demasiado pronta, siempre es una facultad brillante; pero redunda en detrimento de la comprensión (…) debe enseñársele  aquellas cosas que lo obliguen a meditar (…); tanto la memoria como el cálculo, están sujetos a fortalecerse por el ejercicio[5].
 La educación era condición indispensable para ejercer los derechos políticos, por eso  en el discurso de Angostura recalcaba: Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del poder público”. Afirmaba que el Estado debía conceder atención a la educación del pueblo porque del grado de su desarrollo dependen la dicha y la prosperidad de la nación, por eso agregaba:
El primer deber del gobierno es educar al pueblo.[6]
Vinculaba los problemas de la educación a las tareas de formación humanitaria de la nueva generación, fiel a los ideales  de los luchadores por la independencia.
En fomentar  y organizar la obra de la educación, puso el Libertador todo su empeño. En pleno fragor de la contienda, acosado por las urgencias de la guerra y su dirección, encuentra siempre el momento oportuno para dedicar sus energías a esta tarea, fundó escuelas, dictó importantes decretos relativos a la educación del pueblo y vinculaba la educación  y su significado con la liberación de Nuestra América. Su actitud hacia este problema se expresa en: La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción (…) [7]
Se expresó sobre las leyes llamadas a corregir la injusticia de la naturaleza, ya que (…) colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes le den una igualdad ficticia propiamente llamada política y social.[8]       
En su opinión la sociedad debía asegurar a cada individuo la oportunidad de obtener educación, dedicarse a un oficio o arte, y el derecho al trabajo para colocar a todos los ciudadanos en una posición igual y garantizar en la práctica la igualdad de derechos. Cualquier tarea requiere determinados conocimientos y la mayoría de los latinoamericanos no los tenían, ni siquiera conocían el arte de leer y escribir, Bolívar consideraba que la instrucción no sólo ayudaba a comprender la injusticia, sino que era medio para acabar con ella. En sus intervenciones el Libertador reiteraba que la instrucción y el trabajo, pueden garantizar a todos los individuos las mismas oportunidades para obtener los mismos derechos.
En la educación   republicana  corresponde al gobierno democrático de la República emprender la educación del pueblo que administra  y dirige. La posesión de los medios que el pueblo ha puesto en sus manos obliga a hacer uso de ellos en beneficio de su propio pueblo.
En sus reflexiones el Libertador reiteraba que el gobierno debe instruir al pueblo para que este sepa, racional y efectivamente, lo que dispone, para qué lo dispone y para quien; señalaba que la educación era aplicativa porque forma voluntades para que el querer del gobierno sea el querer del pueblo, para que las acciones populares se expresen en manifestaciones gubernativas, es decir, la educación forma voluntades. En este sentido el pueblo se da a su gobierno y lo mantiene, así como el gobierno es del pueblo y para el pueblo y la autoridad del gobierno es el poder del pueblo. En conclusión es por la educación social que el pueblo republicano recupera y ejerce su poder.
Por su experiencia propia en la educación recibida destaca el papel de los sentimientos en la labor educacional, según la cual  la educación sentimental lleva necesariamente a una conciencia social,  con la educación popular además de dejar de ser ignorante, cada uno siente dentro de sí que el otro sufre como uno y viceversa.
La posición ética social del Libertador se manifiesta en la consagración a los cambios sociales, en la eliminación de todas formas de discriminación, el establecimiento de las indispensables garantías sociales: paz, trabajo e igualdad de derechos. Se destacan valores tales como justicia,  lealtad, clemencia, fidelidad, entre otros.
La justicia, considerada como una virtud que le concede a cada uno lo que le corresponde por derecho, representaba también para Bolívar el compromiso de luchar por su defensa.
Para Bolívar, el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad; concibe la justicia como la reina de las virtudes republicanas, lo cual confirma que fue un hombre de derecho, tanto como hombre de lucha.
En el discurso de Bogotá, en enero de 1815, descubre toda su ética social, al plantear:
     (…) la sabiduría, el valor y la templanza producen en el alma un orden y una armonía en sus funciones, que Platón llama justicia interior. La justicia exterior es solo la realización de un orden análogo en la sociedad. El hombre más justo  en sí mismo es también el más justo en sus relaciones con los demás. La justicia lleva en sí la beneficencia. Hay que hacer bien a todos los hombres; no hay que hacer daño a nadie. No se debe volver injusticia por injusticia. La justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ellas se sostiene la igualdad y la libertad
 Bolívar considera la justicia como la virtud esencial republicana, la justicia es para él, el establecimiento de un nuevo orden que tiene por base el reconocimiento de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, la oportunidad y la condición externa para una buena vida, considera además que debe ir unida a la fuerza, porque sin la fuerza la justicia es impotente y desobedecida, ya que siempre hay malvados; y la fuerza sin la justicia es tiránica; planteaba que  se debían articular para que lo justo sea fuerte y lo fuerte sea justo. Según señala Juan de Andrade;  Bolívar logra en América la trilogía roussoniana: LA IGUALDAD, LA LIBERTAD Y LA FRATERNIDAD, porque siempre mantuvo unidas  la justicia y la fuerza, a la que añadió la seguridad social que la garantía y protección que la sociedad concede a cada uno de sus miembros para la conservación de su persona, derechos y propiedades. Decía que son derechos del hombre la libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad .La felicidad general que es el objeto de la sociedad, consiste en el perfecto goce de estos derechos[9]
  Para lograr estos objetivos concedió vital importancia a la necesidad de establecer en América un poder fuerte, capaz de garantizar la estabilidad social, hacer efectiva la igualdad de las razas y trabajar para hacer desaparecer las enormes deficiencias heredadas de los años de dominio colonial español.
Al tiempo que  responsabilizaba al Estado con el bienestar de la sociedad, también responsabilizó al individuo ante la sociedad .En nuestra opinión esto perseguía dos objetivos bien delimitados: Por un lado constituía una garantía para que reinara la justicia mientras por otro  evitaba la consecución de males sociales. Es deber de todo ciudadano-apuntó el Libertador-vigilar sobre la legítima inversión de la renta pública en beneficio de la sociedad[10].
Hay que destacar que Simón Bolívar no limitó  su accionar sobre la forma en que los demás debían de obrar. Fue él una viva manifestación de desprendimiento y desinterés. Como jefe del Ejército le fueron asignadas en diferentes oportunidades y por los diferentes Congresos de las Repúblicas liberadas  mensualidades a las que renunció.
Tuvo que transcurrir más de medio siglo y sólo la revolución triunfante en Cuba, inició el camino de las tan necesarias profundas transformaciones sociales vinculando el concepto de justicia social al de dignidad y a la concepción de una sociedad que excluye la explotación social e individual.
En cartas y Documentos de distintos años de su vida el Libertador va legando a la posteridad su postura ética en la sociedad, sus deberes y compromisos; que van madurando a lo largo de toda su vida; siendo el aspecto moral y la educación ciudadana de alta prioridad y una preocupación constante en el sostenimiento de la causa liberadora y del individuo mismo.
La sociedad y sus resultados no son él producto mecánico de fuerzas físicas que se mueven de un modo predeterminado. Al contrario, para Bolívar el hombre es un sujeto activo donde la fuerza moral y la capacidad intelectual son decisivas, lo mismo en el plano artístico, científico, como en el político. Esa convicción sobre las potencialidades de la actividad humana donde el componente subjetivo es indispensable le hace otorgar  a la subjetividad una fuerza extraordinaria, pues la sitúa en la exclusiva actividad humana la esperanza potencial de toda liberación.
 La libertad para él es consustancial al hombre por naturaleza propia, la concibe como un producto complejo elaborado a partir de componentes naturales y sociales, entre los cuales se destaca la sabiduría  y la gestión humana como insustituibles intermediarios en su consecución. En consecuencia el Libertador estaba convencido de que si el pueblo no se preparaba a través de la educación y el cultivo del saber en todas sus dimensiones, no podrían  disfrutar jamás del poder de la libertad.
Cuando Bolívar luchaba por realizar ideas que para muchos contemporáneos eran absolutamente utópicas, como la eliminación de la esclavitud, o la dignificación de los pueblos indígenas, no lo hacía inspirado en el humanismo abstracto, sino en las conquistas más altas  del pensamiento de la ilustración sobre la igualdad y la libertad humana, que tenia en Rousseau, uno de sus mayores exponentes. 
 Su confianza en el hombre y su capacidad autoperfectible se revela  a través de sus criterios sobre el papel del pueblo como gestor de sus propios destinos y en la función de la violencia revolucionaria como partera de la historia, que tiene como fin último enfrentar  la violencia reaccionaria la cual históricamente se encaminó a doblegar a los pueblos e infundirles la falsa creencia de su incapacidad para transformar sus circunstancias sociales.
 En esa confianza se revela la visión optimista de que el pueblo es el sujeto principal de su propia liberación  y de su propio futuro, lo que muestra la esencia del humanismo bolivariano como concepción latinoamericana renovadora en esa época histórica, posición ética característica del bolivarianismo como ideología netamente latinoamericana llegada a la posteridad.


[1]              Simón Bolívar. Obras Completas. Compilación y notas de Vicente Lecuna. Tomo II. Pág.479.

[2]              Juan Jacobo Rousseau. En Bolívar. Indalecio  Liévano Aguirre. Biografía. Tomo I. Biblioteca familiar. Pág.10. 
[3]              El pensamiento educador de Simón Rodríguez. Alfonso Rumazo González. En Simón Rodríguez. Selección de documentos. Biblioteca familiar.Pág.77

[4]          . Juan Jacobo Rousseau. En Bolívar. Indalecio  Liévano Aguirre. Biografía. Tomo I. Biblioteca familiar. Pág.10. 

[5]              Instrucciones dadas por el Libertador para la educación de su sobrino Fernando Bolívar. (escritos posiblemente en 1821 Itinerario documental de Simón Bolívar. Cátedra bolivariana. Editorial Omor. Libros educativos.c.a.
[6]              Discurso ante el Congreso de Angostura. S. Bolívar. Obras  Tomo V. Ediciones Tiempo  Presente. ECOC. 1947
[7]           Idem.
[8]              Decretos del Libertador. Tomo I. (1813-1825). Caracas. 1961. Pág.90.
[9]              Pérez Vila, Manuel. El Legado de Bolívar. Caracas, 1996, P103

[10]            Toro Abraham. Bolívar: Ejemplo permanente de Desprendimiento, Honestidad, Desinterés y Ética Pública. Universidad de Carabobo. Cátedra Ideario Bolivariano. Material Mimeografiado.

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